lunes, 16 de mayo de 2016

HISTORIAS DE GENTE

A través de mi ventana veo vida, historias de gente que yo imagino y otras que dejan entrever el hacer de las personas que miro.
En un balcón y bajo su funda, una bicicleta sueña con despertar del letargo y poder salir de éste; su dueño, un joven que pedalea y pedalea sin moverse del sitio.
Cuando la joven pareja del 7º deja las cortinas abiertas, un flamante felino se pasea de izquierda  a derecha con la cola mirando al cielo.
Luego están los del 1º, el padre del Athletic, el hijo del Barça y la madre en medio, de árbitro, para parar las palabras de ambos.
Luego está el que deja siempre la luz del balcón encendida, ¿tendrá mala memoria?
Al que le dan la una, las dos, las tres,…, insomnio, jubilación o ¿tal vez su forma de dormir?
Al llegar la noche, poco a poco las luces van desapareciendo y se aprecia mejor el cielo; a veces veo pasar algún avión y mi cabeza empieza a fantasear: ¿irá a nueva york? El pitido de la lavadora avisando de que ha terminado, me recuerda que estoy en mi ventana, y observo las estrellas, la luna y decido bajar de las nubes y colgar la ropa.
Luego están las otras ventanas, las del corazón, en las que influyen el entorno, el estado de ánimo y, como dice Jarabe de Palo: “Depende. ¿De qué depende? De según cómo se mire, todo depende.”

MI VENTANA




Nunca me había parado a pensar “lo que veo desde mi ventana”, y doy fe de que es toda una inagotable aventura o novela por capítulos.
Cada día me sorprenden los personajes que desde ella puedo observar. Los hay de todos los tipos: cómicos, dramáticos, inapetentes, comilones… un mosaico para todos los gustos. Puedo decir que he descubierto el modo de no aburrirme.
Enfrente de mi casa hay un edificio de oficinas, con grandes ventanales y cristales muy limpios, que me dejan ver todo lo que sucede a los personajes de su interior. Su mímica y sus gestos me sugieren lo que está pasando… bueno, y un poco de mi imaginación.
Al lado derecho hay un bloque de viviendas que me mete de lleno en sus preocupaciones. Nunca he sido cotilla, pero cuando te pones a mirar ya no puedes dejar de hacerlo, porque sus protagonistas te fascinan y te duelen sus vivencias.
Una joven discutía con su madre acaloradamente. El reloj de mi casa marcaba las nueve de la mañana, yo regaba mis plantas, y pude ver como la muchacha tenía prisa. Dando un portazo, dejó a su madre con la palabra en la boca. Se dirigió apresuradamente al edificio de oficinas. Entró en un despacho cuyo ventanal estaba al alcance de mis ojos, y pude observar que en su interior se encontraba un señor mayor. La escena me sorprendió. Pensé que era una secretaria. La joven empezó a discutir enérgicamente con él. Ésta señalaba un portarretratos que estaba en su mesa, con la foto de una niña pequeña, a la que la muchacha señalaba con rabia al mismo tiempo que se golpeaba su pecho. Después de unos minutos, el hombre firmó lo que parecía un cheque y se lo entregó. Ésta, cerrando la puerta con furia, salió del despacho dirigiéndose donde su madre, entregándole el talón.
En otras ocasiones, en esta misma oficina, había visto entrar a una joven pelirroja con una niña pequeña. La mujer se mostraba muy cariñosa con el hombre y a éste se le caía la baba con las dos, por lo que imaginé que este donjuán tenía dos familias…, todo cosa de mi fantasía.
En el mismo edificio de viviendas, en el 2º piso, hay un viejecito que me produce mucha ternura. Se pasa la vida sentado en el balcón, en una butaquita de mimbre rodeado de cojines. Se ve claramente que respira con dificultad, y día y noche la terraza es su alivio. Hace unos días que no le veo. Empieza a preocuparme.
Justo en la esquina, hay una chocolatería-churrería. Sobre todo, a determinadas horas, mi calle se llena de un olor inconfundible. A la mañana, sus clientes son de lo más variopinto: comerciantes, oficinistas, transeúntes… Hay un señor que me llama la atención, porque toma dos chocolates seguidos con una montaña de churros, y da la impresión de no estar satisfecho. Se diría que no quiere perder su barriga de de nueve meses. 
A su lado se sienta una ancianita que sale del portal en zapatillas, con su moñito blanco recién peinado. Usa unas gafas estilo los hermanos Álvarez Quintero. Se toma su chocolate con dos churros saboreándolos sin prisa, pero el segundo churro ya no puede terminarlo. Come como un pajarito. Después de un rato, coge su cachaba y se marcha tan despacio como ha venido.
En otro de los pisos vive una moza ya talludita, que, día sí y día también, tiene que llamar a los bomberos, porque se ha dejado las llaves en casa. Esto es la atracción de toda la calle, todo un espectáculo. Los niños y los que no lo son tanto, comentan que está enamorada de uno de ellos, y no sabe cómo conquistarlo. En fin,,, desde mi ventana se ve cada cosa, pequeños retazos de vida que sólo hay que pararse un poco a mirar, para reírse o para llorar, o para que se te quemen las lentejas… Según tengas el día.


                                                                                Asun Vilchez

“LO QUE VEO DESDE MI VENTANA …”

Cuando me levanto cada mañana, levanto la persiana de mi dormitorio y veo unas vistas increíbles: como un cuadro pintado de la mejor pintura jamás vista. Hay árboles verdes, diferentes y variados, altos y bajos en la montaña más alta que el edificio donde vivo.  Es un paisaje tremendo, fabuloso, pura naturaleza que no se puede comparar con nada en el mundo y unos ríos que cruzan las montañas y fluyen con fuerza, sin que nadie los pueda parar. Algunas veces también fluyen con tranquilidad como la más dulce de las músicas y una cascada preciosa como si fuera un collar de diamantes en el cuello de la preciosa montaña.

Khalid Lemtakhem

         Mio unico giorno più felice da quando i miei genitori    
                                  Si sono separati
Un giorno di 20 apr 2015 mi sono svegliato e guardò fuori dalla finestra il tempo. Dopo aver guardato la mia bella finestra solcete che è stato avviato per rifare il letto, la prima colazione e si preparano ad andare eseguire alcune commissioni.
Secondo stava facendo commissioni è venuto in mente la bella citazione che ho avuto con Juan. Entonces sono andato a casa di uscire e iniziare a fare commissioni comida.Según finito di fare il cibo, mangiato in fretta per prendere l'autobus e andare a lezione.
Poche ore dopo ero in classe di inglese con insegnante di conferenze, dove sono venuto in mente la citazione ha dovuto lasciare molto nervosa e ansiosa attesa clase. Estaba l'appuntamento desiderato .
Un po 'più tardi arrivò l'ora dell'appuntamento in cui ero con John passeggiare e chiacchierare con vez.La verità è che ho amato, perché il tempo ero con John Ero come se fossi tra le nuvole, la verità è che il tempo ero con ero molto felice come non fosse mai stato.
Quel giorno è stata indimenticabile, perché quel giorno era la ragazza più felice in questo giorno mundo.Aquel miei occhi brillavano di gioia e tutto sembrava in cui brillava come mai prima.


Eneritz

Desde mi ventana veo
Veo la luz que calienta la hierba y los árboles del campo. Veo niños jugando y riendo.  Veo los días de verano, todo  es diversión y libertad; el sol  iluminaba sus caras. Ahora solo veo tristeza y edificios oscuros. Veo que aun existe una pequeña esperanza. Entre  los edificios oscuros y tristes, veo un paso  peatonal con dos bancos de  madera por los que se filtran los rayos de sol  entre los edificios  oscuros, calentando  a las personas  que se paran a descansar en ellos. En esos bancos veo a las personas que están en su último ocaso, hablando, riendo. Veo el sol que ilumina sus caras como cuando eran niños y veo que la esperanza nunca se pierde y es el mejor legado que se puede dejar a las generaciones futuras. Desde mi ventana veo todo esto….

Antonia Suarez

jueves, 5 de mayo de 2016

DESDE MI VENTANA…

Desde mi ventana, en mi pueblo, veo a  mediodía  mucha gente vendiendo fruta con el carro de mano, verduras  y también pescado. Todos los comerciantes pasan cerca de mi casa.
Por la tarde, en una cafetería que esta cerca, quedan para arreglar con sus jefes el tema del dinero.
 Mi ciudad tiene un paseo marítimo al lado del mar y un parque bastante grande donde juegan los niños  con juegos y columpios.  Hay muchísimos restaurantes típicos, donde  se come cuscús y cosas tipicas.
Desde mi ventana veo una hilera de casas. Todos somos vecinos.
Por la mañana muchas mujeres llevan a los niños a clase temprano cuando vuelven se ponen a charlar, hablan muchísimo, no paran, casi tres horas están hablando en la calle.


                    MHAMED EJJAYAH

miércoles, 4 de mayo de 2016

DESDE MI VENTANA HUELE A PAN

Desde mi ventana huele a pan de la panadería de la calle, también a tabaco y a humo de los coches. Ahora, desde dentro de mi clase el olor es diferente: un horrible y asqueroso olor a sudor humano. Corriendo, saco la cabeza por la ventana otra vez sin pensarlo. Cuando miro enfrente y veo el color grisáceo del colegio, pienso: “el día está de ese mismo color. ¡Uf! ¡Qué feo! Va a haber tormenta.” Cierro y me siento en mi sitio, porque va a empezar la clase. ¡Qué calor! Hoy está la calefacción a tope. Parece un horno. Espero que termine ya.


Tamara Borja Colorado

DEPENDIENDO DE LA ÉPOCA

Por suerte vivo en una zona de mucho paso de gente. Es una zona con mucha vida.
Desde mi ventana puedo ver como se mueve esa vida a lo largo del día, de la semana y a lo largo del mes.
Dependiendo de la época del año la plaza cambia de ambiente. Según sea lo que se celebre: Navidad, Carnavales, San Juan…
Pero habitualmente también cambia dependiendo de la hora del día. A la mañana se puede ver a los padres y madres llevando a los hijos e hijas a clase.
A lo largo de la mañana empieza el turno de las personas que van a la compra. Veo desde mi ventana muchos comercios.
Un poco más tarde las terrazas de los bares se llenan de gente. Es un lugar que invita a estar tranquilamente porque es una zona peatonal.
También pudo ver los montes que asoman por encima de algunas casas.
Desde mi ventana tengo luz, vida y tranquilidad.

CARMEN SASTRE.

viernes, 22 de abril de 2016

YO TENGO UN PEQUEÑO PARAÍSO

Yo tengo un pequeño paraíso, es tan grande lo que veo desde allí…
Os lo contaré.

En la habitación, estando en la cama, levantas la cortina y estás viendo el Cincho (monte de costa de bosque mediterráneo); no es alto, mas tiene unas vistas extraordinarias.

En la cocina, con luz natural espléndida, tengo un balcón pequeño lleno de flores; colgadas, de pie, hasta sentadas diría yo.

El salón, con una ventana grande sin cortinas, sentada a la mesa, lo que se ve es naturaleza. Ahora vamos a asomarnos y lo que ahora vemos es la terraza del vecino de abajo, también una piscina grande con muchísimo espacio; seguido el campo de golf, una charca grande y detrás las encinas. Estas están creciendo tanto que por ese lado ya no veo casas y dentro de poco, no veré el mar.

Seguimos: en el horizonte hay casas salteadas. El cielo es precioso cuando hace bueno y cuando va a llover, las veo venir (las nubes); los atardeceres son fantásticos , al anochecer se van encendiendo las lucecitas como los nacimientos en mi niñez. La Luna aquí ya sé cuándo está en creciente o menguante, sé por dónde me da el viento.

Silencio fuera de temporada; en verano, sobre todo, voces de niños. Este es mi paraíso. Os invito a todas, venir de una en una para que os haga efecto terapeútico, a cinco minutos está la playa; yo voy a darme un chapuzón.

A ver chicas, como ya os he cansado bastante, tomaremos un trozo de bizcocho y lo que os apetezca beber.



                                                        
                                                         Begoña Altuna Zárate









                                       

miércoles, 20 de abril de 2016

ABRO MI VENTANA, CIERRO ....


La ventana, mi ventana. Pensar en ella, para mí, es sinónimo de comunicación. Si la abro: veo, oigo, huelo; si la cierro, interiorizo.
 
Abro mi ventana. Miro hacia la pequeña calle que está a sus pies y las casas de alrededor. La vecina del segundo piso está colgando la ropa y me saluda, la del tercero sacude sus alfombras: no nos conocemos. Las demás ventanas permanecen cerradas y con las persianas bajadas.
La calle ahora es un río de adolescentes que van a clase con sus carros de libros, y, dentro de una hora, otra marea de madres jóvenes o de abuelos acompañará a los hijos o a los nietos y nietas al jardín. Bastantes son hermosas saharauis con sus túnicas y sus velos que llevan de la mano a un niño de ojos negros mientras con la otra mano empujan un cochecito donde va otra criatura. A veces los niños miran hacia arriba y nos saludamos.
Los árboles del pequeño jardín cercano ya empiezan a echar brotes, menos el laurel que siempre está verde y que ahora tiene flores amarillas que hacen las delicias de múltiples pajarillos cantarines.
En las noches de luna llena puedo ver a la luna pasar por el pequeño rincón de cielo  que se ve entre las casas. De día también al sol que se asoma por el mismo rincón. No soy como el prisionero del romance que no sabía cuándo era de día o cuándo de noche sino por una avecilla que “le cantaba al albor”.
A veces, a través de la ventana abierta, llega el olor de la madreselva. Me costó trabajo saber de dónde procedía, pera ahora ya lo averigüé: acompaña y perfuma a los arbustos de una orilla de la carretera general.
Hay otros sonidos y olores que se vinculan con la vida ciudadana: los barrenderos con sus carros, el camión de las patatas, el de los huevos, el chatarrero y, alguna vez, una ambulancia. Todos ellos nos convocan y a veces nos reúnen a varios vecinos.
La ventana abierta me hace viajar en el tiempo a un momento de mi vida de profesora joven cuando un adolescente de 15 años me preguntó: -“pero tú, ¿has visto a Dios?” - y yo le canté una pequeña estrofa que luego quiso aprender él mismo:
“Cada mañana, veo tu rostro, Señor, cada mañana, por mi ventana.
Cada mañana, oigo que suena tu voz, cada mañana, y que me llamas.
-“¿La cara de Dios?, ¿su voz?”-, siguió el adolescente. Y recuerdo que le dije algo así: “cuando veo a las personas, cuando miro esta hermosa naturaleza con sus plantas, sus pájaros, sus innumerables y coloridas mariposas; cuando te miro a ti, veo el rostro de Dios. Y cuando te ríes, cuando cantas, cuando lloras… oigo su voz”.
No sé si le convencí pero insistió en querer aprender la canción.


Cierro mi ventana

Ya no hay sonidos, no hay olores pero sí la luz del sol que ilumina el espacio en el que estoy, mi mesa de trabajo, el libro que leo.


Es el momento de la reflexión, de la lectura, de la oración, de los sueños. Desfilan por mi mente y mi corazón, como en una película, las personas del día, los momentos vividos, los héroes o las heroínas de mis lecturas o los personajes de carne y hueso unamunianos. A veces quisiera ser alguno de ellos y “desfacer entuertos” como Don Quijote, pero otras veces, y en este momento, las más, las lecturas de periódicos o los informativos me llenan de tristeza y preocupación y desearía abrir mi ventana a todos los refugiados y a los pobres de la tierra, para que pudieran entrar en una casa inmensa que haría para ellos. 
                                      

                                                María Dolores Lezama 

martes, 19 de abril de 2016

LO POCO QUE VEO DESDE MI VENTANA

Hoy vengo a contaros lo que veo desde la ventana, bueno, lo poco que veo, ya que mi ventana pilla haciendo esquina interior de varios edificios y, además, hay muchos árboles.
Desde la ventana soy capaz de ver las ventanas de mis vecinos, el jardín comunitario y poco más; ya que los árboles del jardín me tapan toda la calle. Pero aún así puedo ver la academia azul que hay debajo de mi casa, la farmacia y los bares. No obstante, se puede ver un parque, donde se suelen juntar muchos niños para jugar al balón. También veo muchos pájaros, perros y gatos.

                                                                         CARLOS

lunes, 18 de abril de 2016

MI ABUELO

Largo es el día cuando hay poco que hacer, y hoy es uno de esos.
Estoy esperando, sentado en la vieja butaca, en la que tantas veces vi a mi abuelo descansar, y lo que veo a través del ventanal me traslada a las historias tantas veces oídas a través de su voz.
Acontecimientos vividos por nuestro antepasado y que tanto repercutieron en la familia.
Primero, aquellos años, duros, difíciles, en que escondido en el desván de mis tíos, veía a los suyos tras un orificio que semejaba un tragaluz; si le descubrían, sería fusilado. Él era el alcalde republicano de un pequeño y bonito pueblo, pero la guerra civil y la instauración de la dictadura militar, le convirtió en un “huido”.
Así paso dos años, tras los cuales, una amnistía le permitió salir a la luz.
Represalias hubo y duras, años de cárcel y otra vez encerrado. Miraba el mundo a través de un ventanuco, enojado, pero a lo lejos en la loma y al pie de la gran torre, sus hijos y nietos (entre ellos, yo) agitando nuestros pañuelos para hacernos ver y así saludarle. Detrás el mar infinito.
Su madurez transcurrió en habitáculos pequeños y míseros, pero tras aquellas “ventanas” la vida seguía y las ideas, escondidas, reprimidas, castigadas, pero nunca muertas ni doblegadas, esperando salir y renacer en cuanto fuera posible.
Sus largas estancias en el hospital, y de nuevo su mirada oteando el horizonte mirando renacer la vida cada vez que se apagaba, pero acompañado por sus seres queridos.
Hoy, lo que veo desde mi ventana, es que su vida continúa en mis hijos y nietos.
Algunos seguimos sus ideas de libertad y compromiso con sus ciudadanos y otros respetando su memoria, pero todos juntos.
Así llega el momento de celebrar el nacimiento de la benjamina.
Caminamos felices, satisfechos y recordamos sus palabras.
El mañana sería infinitamente mejor si conservas la esperanza.
Gracias, abuelo; tu lucha nos ha hecho libres y mejores.

                                                                                            Mari  Carmen

CON LOS OJOS DEL ALMA

Lo que veo desde mi ventana es: La pasividad e inoperancia de los gobernantes europeos, ante el drama que viven   los refugiados del  Oriente Medio.
 Día tras día, me horrorizan las noticias  de naufragios  en el Mediterráneo o en el Egeo,   que incrementan el número de víctimas intentando salir del horror de la guerra.
Una madre desgarrada por el dolor de haber perdido toda la familia, es la última imagen que guardo en mi retina.
¿Cómo parar la sangría, vergüenza del mundo entero?
 A  ella y en memoria de  todos los emigrantes que perdieron la vida en la travesía,  y a los hombres y mujeres que ayudan al llegar a puerto a los supervivientes,  quiero dedicar este poema.

Frente a las costas de Libia, ha naufragado un pesquero,
Iba lleno de emigrantes, en busca de un mundo nuevo,
una vida en libertad, y un futuro halagüeño.
Huyen de miseria y guerras, persecuciones sin freno,
¿cómo parar la sangría, vergüenza del mundo entero?
Ochocientos emigrantes, hacen un viaje postrero,
se los ha tragado el mar, sin poder cumplir su sueño,
una vida en libertad, sin presiones y sin miedos,
¿cómo parar la sangría, vergüenza del mundo entero?

                                                                                                     Pilar Monreal

LA VENTANA

Los seres del planeta en el cual vivimos, disponemos de nuestra propia ventana, exclusiva e intransferible: los ojos.
Estamos constantemente pasando información a nuestro cerebro de todo lo que vemos a través de ellos, nos permiten, entre muchísimas cosas, planear nuestro entorno y futuro.
Me centraré en un frutal: el cerezo. Este árbol, observándolo en su proceso, nos muestra las estaciones del año: la llegada de la primavera con sus flores tan bellas, sus frutos en verano, y, como el resto de los árboles de hoja temporal, el otoño y el invierno.
A medida que va haciéndose viejo, deja de florecer. Viendo esta situación, decides plantar uno joven para sustituirlo, pero un vendaval lo rompe, y se mantiene en pie el primero, lo cual no esperabas.
Con los seres humanos, a veces, ocurre lo mismo; a medida que transcurre el tiempo, el futuro lo delegas en el joven, que está en plena floración, pero una inclemencia lo arranca llevándolo sin retorno.

                                                                       Mª Jesús  Azkueta

DESDE LOS CRISTALES DE MI VENTANA

Es curioso cuantas cosas, se pueden ver a través de una ventana. Podemos mirar por la de muchos lugares, y sitios. La de un restaurante cuando vamos a comer, la de un médico cuando acudimos a él, o la de un autobús cuando viajamos, y miramos tras los cristales todo lo que el exterior nos ofrece. Pero yo voy a contar lo que desde la ventana de mi casa veo, y que, para mí, es lo más bonito que la vista me pueda regalar, cuando miro tras ésta, y sólo observo paisajes hermosos y belleza.
Afortunadamente,  yo vivo en un lugar apartado de la circulación o del estrés cotidiano de la ciudad,  en el mismo pueblo en que nací, muy cerca de Galdakao. Un pueblecito pequeño de escasos habitantes, pero que está más en contacto con la naturaleza. Lejos de los ruidos, del humo, y de la contaminación. Un lugar precioso  donde se respira paz, y tranquilidad.
Cuando subo la persiana en los días de primavera, me deleito al  contemplar el brillo de un día soleado que empieza a amanecer, las flores de vivos colores, o el suave olor a jazmín, que han nacido  ya, en mi pequeño jardín. ¡¡Una maravilla digna de ver!!, de la que puedo disfrutar cada día, cuando me levanto y me asomo tras ella. Para mí, todas las estaciones del año son bellas cuando las diviso desde mi ventana. Pero, sobre todo, cuando llega el  crudo invierno, y la nieve lo cubre todo, es una de las imágenes más bonitas, y mágicas que la vista me pueda ofrecer, igual  que una preciosa estampa navideña de blanco esplendor, cuando la observo a través de mis cristales empañados de vaho. De una gélida  mañana, de esta fría estación.
Por todo ello, el mirar por ésta, cada día de mi vida, me da verdaderas satisfacciones por la diversidad de  cosas hermosas que puedo contemplar. Pero  a veces miro, sin  ni siquiera ver, lo que la vista me brinda, por estar  absorta en mis pensamientos, o cuando  la melancolía se adueña de mí, por recuerdos del pasado, o la añoranza del ayer, o simplemente cuando me recreo al pensar en aquella  infancia tan bonita,  que yo viví, llena de imborrables, recuerdos, que nunca ya, olvidaré. Aunque la niñez ha quedado atrás, el verdor y la frondosidad de los montes de mi tierra, perdura en el tiempo con toda su belleza y esplendor a pesar de los años pasados, Pero sobre todo, y lo más importante, es el poder disfrutar de ese aire tan puro y sano que cada día respiro. Y gozando únicamente, de la calma, de la tranquilidad  y de esa paz, que  para siempre, me dará ¡¡este bonito pueblo donde vivo yo!!

                                                                                                         María Jesús Epelde

MI BARRIO

Casi todas las mañanas, después de la ducha y el desayuno, me gusta asomarme un rato a la ventana.
El viento o el sol acarician mi cara y me despejan de las horas dormidas pasadas.
Mi calle es ancha, bonita y tiene mucha vida. La farmacia, perfumería, frutería, carnicería, sastrería y la cafetería de la esquina; son comercios con solera, familiares y con bastantes años. Bloques de ocho alturas y pisos acogedores y sencillos.
Veo pasar a diversa gente, y me pregunto con curiosidad y sin malicia, como serán sus existencias.
Personas mayores llevando a sus nietos al colegio, trabajadores de todo tipo, que van apresurados para fichar a tiempo y adolescentes cargados de libros, y con sus indispensables móviles, sin los cuales se sienten desnudos y perdidos.
La cartera, su simpatía y eterna sonrisa, trayéndonos las “malditas” facturas, y, a veces, buenas noticias.
El barrendero, con su inseparable carrito, su escoba y cepillo, dejándonos la calle muy limpia  y con olor a desinfectante amargo.
Van llegando los repartidores, en pequeñas furgonetas, y llenando las vacías estanterías de las tiendas.
Todos estos “entrañables” personajes y sus rutinas diarias, nos dicen que la vida sigue y está en marcha.
Cuando salgo a la calle, veo el paisaje urbano y cotidiano más cerca y en directo.
Una sincera y animosa sonrisa me susurra: ¡adelante, buen amigo! ¡Que hay que ponerse las pilas para llegar al “Paraíso”!

                                                                                      Fede  

MI VENTANA ES ESPECIAL

Tengo un despertar muy bonito, ya que en mi ventana unos pajaritos tienen un nido. Todos los días a las 6 de la mañana, hacen un concierto muy agradable que me deja tonta.
Puedo quedarme una hora o dos, porque, a continuación, comienza el desfile de los niños con sus padre, madre, abuelitos, muchos cogidos de las manos y otros en sus cochecitos. Es un ir y venir como un desfile. El sonido de los autobuses y los coches, el andar suave de las personas mayores es como un cuento de hadas que no tiene fin.
Tengo unas rosas rojas en la ventana, que cuido con mucho amor, porque forman parte de mi historia en la ventana.
No sé si mi ventana es un milagro o una bendición, ya que puedo ver desde ella muchas cosas a lo largo del día.
Mañana será otro día. Mi ventana es muy especial.
                                                                                         Dora


LA PRIMAVERA

Veo un paseo con unos árboles que tienen unas hojas que no hay ningún pintor que llegue a plasmar semejantes preciosidades de colores. También veo el tren, y los pasajeros con sus periódicos. Veo el Ibaizabal con sus aguas; la gente que va con sus txakurras al monte, que tiene árboles de todos los colores.
Hay pájaros cantando al lado de las palmeras. Cuando hace bueno, que alegría tienen. Donde algunos animales se esconden, los gatos también juegan.
El río, a veces, da pena verlo, con lo bonito que son sus alrededores, con sus flores de colores. No cuidamos nada: donde vemos la naturaleza, la tenemos olvidada.
Desde mi ventana, ahora en primavera, los parques están llenos de todos los colores, de flores amarillas, lilas, blancas. Las lagartijas corriendo, jugando. Los árboles son de diferentes colores. También se ven las golondrinas hacer sus nidos y  por la mañana como dan de comer a sus hijos. Son una monada.

                                                                                               María

EL PAISAJE

Enfrente de mi casa veo un chalet que es muy bonito. Tiene balcones de muchos colores y un jardín enorme.
Si te fijas, también tiene árboles frutales de todas las clases; que tiene que ser una gozada coger del árbol para comer. También tiene un perro muy bonito que se llama Izar, y van los pajarillos a comer su pienso. La dueña les echa panes picaditos.
A lo lejos se ve la mar y se escucha el ruido de las olas.
                                                                                                                  B.


LA LUNA

Cuando me levanto, veo el amanecer. Veo gente paseando.
El baño me da a un parque, que tiene una palmera grande. También veo el Pagasarri cuando está nevado.
Por las noches, me gusta asomarme a la ventana a ver la luna y las estrellas, y me gusta contarlas.

                                                                                              Isabel

EL BALCÓN

Yo, cuando miro por mi ventana, veo a un vecino que siempre fuma en su balcón. Y tengo una vecina que cuando me ve, se enfada y rápidamente cierra su ventana. Mi hijo y yo vemos a un hombre que silba a su nieto, pero este hombre me enfada. Él, siempre, tiene una hora fija a la que silba, y su nieto viene a la ventana con su abuela, y se pone muy contento. Luego el hombre se pone a gritar, y yo acuesto siempre a mi hijo a la misma hora a la que viene ese señor.
Cuando estoy con mi hijo en el balcón, se pone a gritar a quien pasa por allí, y se pone muy contento cuando la gente le mira. Se ríe mucho, y la gente le dice “hola” y él les hace “adiós” con las manos. Yo soy feliz, cuando veo que él es feliz.
                                                                                                      Florina

EL METRO

Yo voy a Bilbao en el metro a ver el partido del Athletic. Y en el trayecto veo, por la ventanilla, mucha gente trabajando en las vías del tren, cambiándolas, porque ha habido un accidente.
                                                                     Costel

                                                

MI BARRIO

Vivo en un barrio muy tranquilo. Hay poca circulación y sí bastante verde; no tiene mucha población. Pero está bien para moverte de un sitio para otro.
Las paradas de autobuses y la lanzadera para ir al metro están muy cerca de mi casa. También está el instituto.
Cuando abro la ventana, el paisaje que veo es muy bonito: aparte de ver casas, veo el monte con los pinos. Si nieva, veo los árboles, los tejados de las casas, la campa con las huertas del caserío, todo blanco.
Con el tiempo bueno, también se ve el parque donde los niños disfrutan jugando al balón, saltando o corriendo sin más. Es divertido verles.
                                                                                                       Josefi

EL VIAJE

Voy a ir de vacaciones a Córdoba con mi mujer y mis dos hijos todo el mes de agosto, a visitar a mis suegros y cuñados, que se tuvieron que marchar por cuestión de trabajo. De eso hace ya treinta años, lo que llevan viviendo en Córdoba. Cogemos el tren desde Bilbao a Málaga, pero que para en Córdoba.
Salimos a las nueve y media de la noche, y la llegada, está previsto que sea sobre las ocho y media de la mañana. Nos montamos en el tren y colocamos las maletas. Una vez colocadas las maletas, me voy un rato al pasillo. Sobre las once de la noche como el bocadillo. Después de eso, voy al baño a fumar un cigarro. Luego me tumbo en la litera, me quedo dormido. A medianoche me despierto, miro por la ventana y estamos en Madrid. Me duermo un rato; me despierta mi mujer y me dice que ya hemos llegado a Córdoba. Miro por la ventana y veo a mis suegros esperándonos. Todo son besos y abrazos.
Así ha sido el viaje a Córdoba. 

                                                                                                  Carlos

EL VIAJE

Desde  la ventana del  tren, que  hice   un  viaje  a la  playa de  Zarauz, vi  un paisaje precioso.  Paraba en todas  las estaciones de los pueblos,  donde bajaba  y subía la gente. En la playa  bajo medio tren. Llegué a la playa; hacía un día caluroso y muy  poca  brisa. Me bronceé y  disfrute  de  las  olas, y  las gaviotas   que  volaban alrededor de las olas y tomé el sol    toda   la  tarde.
Y de vuelta  a casa,  me  encontré  con  una  amiga  que  hacía   años  que no   la veía. Me  hizo  mucha  ilusión y  fue  un  día  inolvidable. Y con ganas  de  volver a  hacer  el mismo  viaje.

                                                                                                    Mari  José

MI BARRIO

Yo veo desde mi ventana el pueblo de Basauri. Es muy grande; lo veo siempre con mi familia, porque vivo en una montaña en un pueblo que se llama Aperribai.
Desde allí puedo ver también Bilbao. En verano, cuando llega las fiestas de Bilbao, Aste Nagusia, veo hasta los fuegos artificiales. Desde mi ventana también veo la carretera y los autobuses que van a Eibar, y pasan también los que van a Bilbao.

                                                                                        Mamadou

LOS PÁJAROS

En mi pueblo, en las mañanas de invierno, me despertaba muy prontito y miraba por mi ventana.
Veía todos los pajaritos que venían a comer lo que lo que le poníamos nosotros. Les  poníamos trampas para poder cogerlos. Me ponía muy contenta cuando los cogía para dejarlos sueltos en casa. Luego los dejaba libres otra vez. En invierno, así se me pasaban las mañanas.
En primavera, delante de casa tengo muchos árboles que cuando florecen se ponen muy bonitos.
Sin embargo, ahora veo sólo mis geranios, muy bonitos, y de vez en cuando, algún vecino.
                                                                                                                   Laura

MI PAISAJE

Es un paisaje bonito donde veo pinos, ciruelos, perales y demás árboles frutales. También veo todo el pueblo y la autopista. Me gusta lo que veo: pájaros cantando, corzos, etc.
Qué más puedo decir; me gusta donde vivo, porque está todo verde y florecido.

                                                                                              M.

MI CALLE

En frente de mi ventana hay una escuela.
Cuando me despierto por la mañana, abro mi ventana para mirar los alumnos chiquitines.
También hay coches aparcados.
Hay un supermercado que se llama Dia, al que siempre voy para hacer la comprar de la casa.
A las ocho de la mañana veo a muchas personas: unos se van a trabajar y otros entran en una cafetería a tomar antes de irse a trabajar.
Debajo de mi ventana, vive mi vecina, una señora con su perra; es muy maja y me gusta hablar con ella.
En la primera planta hay una panadería a la que voy a comprar pan por la mañana, para tomar una taza de café antes de irme a estudiar a la EPA.

                                                                                                             Wilson

EL CASERÍO

Desde mi ventana veo muchos tejados y al fondo veo los montes y el caserío donde  viví  durante unos  cuantos años.
En el caserío teníamos animales: perros, gatos, conejos y árboles frutales. También teníamos huerta.
Desde la ventana del caserío se ve todo Galdakao y parte de Basauri.
En la huerta teníamos trincheras para jugar. También  montábamos a caballo y los aviones se veían muy bajos. Se veían águilas y  búhos, y también se veían ratones, culebras y más animales.
Hay una carretera que sube desde el pueblo hasta más arriba del caserío.
Desde la ventana del piso, veo muchos autobuses y muchas personas y estudiantes que van al instituto y muchos perros.

                                                                                                           Ovidio

GUINEA

En mi ventana, cuando estaba en mi pueblo veía muchas casas, basuras llenas de moscas, los trabajadores pasaban para ir a trabajar, los niños salían por las mañanas para jugar con la arena, y mucha gente salía para ir a buscar a la fuente comunal del barrio.
También veía los vendedores ambulantes que pasaban por la calle. Todos los días por la carretera pasaban muchos coches. Me gustaba ver como los niños salían del colegio haciendo mucho ruido. Veía por la mañana, como a mi vecina le gustaba limpiar su coche cantando.
Enfrente de mi casa había un bar y me gustaba ver como los mayores venían a tomar algo y a bailar.

                                                                                              Jaquelina

LO QUE SE VE DESDE MI VENTANA

Desde mi ventana veo un paisaje muy bonito. A lo  lejos se ven las montañas, el verde de los árboles. Según te vas acercando, se ve el barrio y el río. Y más cerca tengo el colegio, que tocan el timbre a las nueve para que entren los niños y a las cuatro para que salgan. Da mucha vida ver como juegan los niños y el verde del monte.

                                                                                           A.

LA VENTANA DE MI COCINA

Yo tengo tres visitas al día desde mi ventana de la cocina.
Una es a primera hora, sobre las ocho y cuarto de la mañana con el cafelito y el cigarrillo. Ahí puedo apreciar cómo espera la gente en la parada del autobús, de cómo se mueven y sus actitudes, si fuman, si miran al móvil; sus posturas me llaman bastante la atención. Y puedo apreciar, mirando hacia el cielo, el tiempo que, más o menos, puede venir a lo largo del día.
La segunda visita es después de comer, también con el cigarrillo y el café. Me suelo fijar en los escaparates de los comercios que tengo justo delante, como una zapatería, una óptica, más un par de bares que están al lado de los locales.
La tercera visita a mi ventana es antes de acostarme con un cigarrillo y una infusión. Ahí miro mucho al cielo y pienso en mi madre. Viendo las estrellas y acordándome de mi madre, hago una visión de todo el cielo.
                                                                                                    
                                                                                                     Ángel

EL PARQUE

Donde vivo yo veo un campo verde y un río y un parque, donde la gente se sienta en el verano, cuando hace mucho calor, y los críos juegan todos los días, y se les oye gritar de lo bien que se lo pasan.
En invierno, el agua del río suele caer con mucha fuerza, y la hierba se hiela. Y la gente, cuando hace frío, se queda en casa, y los críos ven la tele o se ponen a jugar con los videojuegos.

                                                                            Ana

RECUERDOS

Cuando me levanto siempre por la mañana, me gusta asomar la cabeza por la ventana. Veo una granja con muchos tipos de animales, por ejemplo, conejos, palomas, vacas y también burros. Por eso me gusta mucho asomarme.
Recuerdo que cuando era pequeño, iba con mis padres en el coche a muchos lugares, y me gustaba sentarme al lado de la ventanilla, para asomarme y ver muchas cosas, como los bosques y casas antiguas y también los animales de todas clases. En esos momentos me sentía muy bien.


                                                Miloud

MI CALLE

Vamos a ver qué veo desde mi ventana: veo la floristería con flores muy bonitas, a la gente que pasa a la cafetería a tomar un café o un chiquito, muchos coches y autobuses y mucho ruido: eso por vivir en el centro; veo a los perros orinando en las plantas y a los niños, que son los mejores. A los niños los veo pasar con las mochilas cargadas, llenas de libros, las señoras las veo que van cargadas y también veo algún señor que va a comprar un ramo de flores para su señora; también a la gente cuando van corriendo a coger  el autobús.

                                                         Martina

MI VENTANA

Voy a contar  lo que veo  desde mi ventana y mi terraza. Yo vivo en una calle muy céntrica: hay mucho tráfico de gente, de coches y los autobuses que van para el metro y a Bilbao.

Enfrente de mi ventana han puesto un EROSKI y va mucha gente con los carros de la compra y yo me lo paso muy bien. Tengo también dos cafeterías: cuando saca a la terraza las mesas y las sillas, eso se pone muy divertido. Por mi terraza veo el colegio de los niños; me divierto cuando tienen partido o juegan a baloncesto.

                                                                Isabel

MI VIAJE

La primera vez que he visto algo desde una ventana, fue cuando emigré aquí, a España. Fue en el barco: vi olas muy grandes y el barco se movía mucho. Tuve mucho miedo y sólo pensaba cómo y cuándo íbamos a llegar a Algeciras.

Cuando llegué, cogí el autobús a Bilbao. Desde el autobús he visto que Andalucía se parece mucho a mi país. Y cuando llegué aquí, me pareció diferente, porque aquí todo es verde.


                                                           HASSAN

A TRAVÉS DE MI VENTANA


Desde mi terraza se ve un paisaje bello e impresionante, o al menos a mí me lo parece.
Miro de frente y veo una magnífica ladera, verde, poblada de varios tipos de árboles,entre los que predominan los pinos, en medio se vislumbran caseríos desperdigados de derecha a izquierda que dan colorido al paisaje.
Bajo la mirada, y veo gente ir y venir caminando, supongo que a cumplir con sus obligaciones, en definitiva la rutina diaria.
Miro a mi derecha y acierto a ver al aldeano en la huerta, preparando la tierra para la siembra, duro trabajo el de hortelano.
Yo me quedo con la primera imagen al despertar, pues me transmite paz, alegría y serenidad.
Doy gracias cada día porque lo puedo ver y disfrutar.


                                                                        Críspulo Fernández



miércoles, 13 de abril de 2016

NIRE LEIHOTIK



Ni Galdakaon bizi naiz Bengoetxe auzoan. Nire leihotik  ikusten ditut Ostalaritza  eskola  , eliza, autoak uzteko bi aparkaleku. Mendiak  , Artxanda ere , ikusten ditut. Aperribay auzoan ibiltzen den jendea ikusten dut. Parke bat  ikusten dut eta ume askok jolasten dute. Urrun Basauri ikusten dut.



Ane Atutxa

LANTEGI BATZUK, JENDEA LANEAN, KAMIOIA ETA FURGONETA...


Nire leihotik lantegi batzuk, jendea lanean, kamioia eta furgoneta ikusten ditut. Halaber eliza eta jendea. Hortik jendea ateratzen ikusten dut. Halaber parkea eta haurrak jolasean eta jendea txakurrarekin oinez eta korrika ere ikusten ditut.
Errepidean autoak pasatzen zarata handia egiten ikusten ditut. Mendia eta txoriak zuhaitzetan eta kantatzen eta egan ikusten ditut. Eroski supermerkatua eta denda, jendea ere joaten eta erosketetan dagoelarik. Jendeak edaten eta tabernak  eta kafetegiak ikusten ditut. Txirrindulariak bizikletan ikusten ditut.
Zeruan lainoak mugitzen dira, eta euria egiten duenean ikusten dut. Eguzkiaren izpiak nire leihotik pasatzen dira. Ilargia eta izarrak ikusten ditut. Herriko argiak ikusten ditut gauean.


ALBERTO BARRUL

AUTO ASKO IKUSTEN DITUT

Nire leihotik ikusten dut:

Nire leihotik auto asko ikusten ditut, parkean sei umeek futbolean jolasten dute, hiru neska tobogan gainean, mendia ikusten dut, kale argi asko,  aurrean zuhaitz batzuk daude. Etxe altu asko eta etxe baxu gutxi daude. Nire ezkerrera kaleak errazten, langileek lan egiten dute eskaileretan. Goiz honetan  eguzkia irteten ikusi  dut, eta  trena ere pasatzen ikusten dut. 

Matiás Hernádez Laso

elegantes y enormes cajas

Mi casa, situada en una céntrica calle de la ciudad, está rodeada por edificios semejantes al mío. Son como elegantes y enormes cajas conteniendo a innumerables y desconocidos, en su mayoría, habitantes. Tan sólo las ventanas, como ojos, se abren y cierran a la rutina diaria, según horarios y costumbres de los vecinos.
Al levantarme, abro mi venta y lo que veo, o miro, es el trocito de cielo, por encima de chimeneas y antenas que sobrepasan a tejados y aleros rojizos. Cielos con grises de toda gama sucediéndose durante días, anaranjados iluminando huidizas nubes blancas, nubarrones amenazantes, azules radiantes y límpidos, y a veces muy temprano, la luna casi transparente huyendo del sol que asoma. ¡Espectáculo impagable!
En algún momento de mi contemplación distinguí a un viejito asomado a su ventana justo enfrente a la mía, al cruzar la calle. Desde ese momento le veo cada día. Siempre muy de mañana, sin cruzar nunca una mirada, una sonrisa o saludo. Su presencia forma parte de un decorado que estimo. Después de contemplar el cielo, al rato se retira cerrando los cristales y la cortina. Pienso que ignora completamente lo exterior, exceptuando esa afición a mirar al cielo, como yo.
Se suceden velozmente los días, lluviosos, ventosos bajo un cielo plomizo; soleados y alegres bajo un cielo luminoso y reconfortante; días cargados de vida que fluye como un río sin fin. “Todo tan cambiante y tan igual”.
Algo distinto. No se que es…
Descubro el porqué de mi inquietud: mi desconocido compañero de afición no está en su ventana. Le espero, día tras día, con impaciencia.
Pasa el tiempo. La ventana sigue cerrada herméticamente. Aún, a veces, echo de menos su silente presencia.
JOSEFA VALVERDE

martes, 12 de abril de 2016

SE ESCUCHA EL SUSURRO DEL RÍO





      Desde mi ventana puedo ver a mis vecinos trabajando en la huerta, otros que cambian de lugar a sus animales.     


A veces, la Ertzaintza llega y corta la carretera para dejar que las ovejas crucen de un campo a otro....depende del tiempo que vaya a hacer las suben o bajan de una campa a otra.
Tenemos un río pequeño, río Arratia , en él hay unos cuantos  patos ruidosos, menos cuando están callados y se puede escuchar el susurro del río, sonido tan relajante.
 Más lejos veo un convento, éste permanece cerrado hace muchos años.
 Antes se podía ver a monjas de clausura trabajar en la huerta , creando unos jardines multicolores, de múltiples flores cuando era la primavera, colgar la ropa, pasear por el jardín, etc.

Si miro a ambos lados desde mi ventana, hay dos hostales: “Vizcaya” y “El Arratiano”; en éstos se paran tanto chóferes  como gente de paso que se quedan a comer o a descansar, pare seguir su camino después.
 La gente del pueblo se acerca a ellos a tomarse con gusto un café.


                ITXASO LOZA

PARADISU BAT


Nire sukaldeko leihotik paradisu bat ikusten dut.
Ibaia, ahatetxoak, mendi eder bat, baserri barreiatuak ,txori ugariak jatera etortzen direnak.

Trena urrutian igarotzean, sortzen den zaratarekin isiltasuna apurtzen da noizean behin.
Aldiz, nire gelako lehiotik ikusita,hau guztia aldatzen da .

Hor behean taberna bat ikusten dut, jendea espaloian eserita daude, ardoak hartzen ari dira . Umeak inguruan jolasten ari dira. 
Alde bietan  eraikin gehiago ikusten ditut, errepidean autoak eta kamioiak aurrez aurre dudan lantegirantz joaten direla.
Eskuinaldean etxebizitza gehiago eta plaza aldapatsu bat. 


           Loli Corral


EN UN PUEBLO PEQUEÑO


Vivo en un pueblo pequeño, rodeado de montañas y bosques de pinos; tiene varios paseos que la gente utiliza todos los días: unos andando, otros en bicicleta. 
Hay un colegio donde yo estudié cuando era pequeña y donde han estudiado mis hijas. El pueblo,  con parques y un gran cine en el que se pueden ver obras de teatro y musicales.

Cuando estoy en casa, miro por la ventana y veo tres ciruelos que  ahora están en flor. Una flor de color rosa claro que te alegra la mañana, escucho el cantar de los pájaros apoyados en sus ramas. En frente, tengo las montañas de Dima y San Cristóbal, dos pueblos vecinos que ahora están con algo de nieve.

Es cierto, tengo suerte de mirar por la ventana y admirar el paisaje que me rodea. Por eso os digo: "estoy contenta con mi pueblo".


                Ana Calvente